viernes, 24 de octubre de 2008

--------"...y apoyándose, además, deslocalizaciones impunes o que a todos “les da igual”, paraísos fiscales protegidos por estados de “malavergüenza”, subvenciones consentidas a patrimonios derivados de las imposiciones de una dictadura, programas televisivos de violencia contra los animales en horario infantil (para que así aprendan), cumbres financieras de elite para que siempre quede marcada una diferencia... y un Internet -no autorregulado- sobrecargado totalmente de pornografía que, irremediablemente en irresponsabilidad, en eso, salpicará a las caras de miles de niños."



LOS LÍMITES DEL CONOCIMIENTO Y DE LA AUTOJUSTIFICACIÓN


Decir "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra" u otros tópicos como "El que tiene boca se equivoca" es decir -en el fondo- que nadie es perfecto, puesto que ya vivir es sobre todo aprender a medida que se vive, eso es: cada día "se perfecciona" en algo un ser vivo.
Pero tal acción perfeccionadora es "consecutiva" (el principio de todas las cualidades vitales) que se actualiza sólo actuando, prosiguiendo o siguiendo a un modo de tropismo, de orientación consubstancial o habitual.

Entonces no es la perfección, ni la esperanza, ni el amor, ni la tranquilidad, ni el optimismo, ni la calma, ni siquiera la agresividad, un "estado final", una consecución final (y, porque ya se ha conseguido, con eso, no haga falta en adelante tener más esperanza ni calma ni amor), una llegada final determinada o... comprobable, una finalidad, ni apenas una detención (stasia) holística del ser vivo en uno de sus aspectos o cualidades: un fijismo (referencial).

Se ha de entender con ello, claro, que lo vital en inherencia es un proyecto ineludible que se alarga o se desarrolla en proyección a lo precedente conseguido; por lo que es totalmente gratuito o erróneo el considerar estables tanto lo que hemos utilizado ya atávicamente como un "origen" (centro o inicio de algo, ¿quién es el ser humano para establecer un inicio o una tabla rasa a algo en el Universo?) o, en sentido contrario, como un "fin" (debido a que nunca se ha demostrado un "estado de fin").

Digamos que el ser humano sólo puede, en verdad, conocer, reconocer y advertir al hecho y, de seguido, tras las demostraciones precisas, a las causas más o menos directas; así que él sabe -experimentalmente- que tal o cual motivo provoca más o menos esperanza (en ese instante o en un lugar determinado; razonar es precisar), desde luego, en tanto y en cuanto que sopesa -contrasta- las interacciones de una forma óptima – para una intención- de las demás cualidades, y las somete a un ritmo ideal o social (algo no apenas referencial, sino propio de un desarrollo, a la manera orientativa de sus proyectos sociales o de su interés por conocimientos puesto que, en lo natural, indudablemente actúa también lo impredecible, eso, la infinitud de posibles reacciones o interacciones que se pueden realizar al margen del "uso referencial" ya con su denotación a contra natura o fijista) e igualmente, si son físicas, a una plena optimación o adecuación o remisión a lo precedente que corresponde a su contexto físico.

Sí, es un prejuicio que siempre es inevitable en la ciencia atendiendo a tal parcialidad de las “referencias” sólo en un ámbito precedente; a ver, entendamos que las “referencias” sirven para un proyecto de intención o, bien, son únicamente instrumentos de voluntad que se deben valorar más por lo que “hacen en su alcance de objetividad” -en su limitado contexto- que por el final impredecible o total de lo que hay.


Piénsese que todo llega a donde llega, que nuestra esperanza no puede saber la esperanza que podría haber más allá de un presente vital por ejemplo - o la que hay en otro universo-, y todo ser humano tiene esperanza sobre y con los medios que tiene, no con los que no tiene: no tiene no más que la esperanza posible de un contexto.

He ahí que la ciencia sólo advierte, así es: se limita a "reconocer" -si no se censura, pues jamás existe objetividad con censura o “juego sucio a la sabiduría”- lo que hay, en esa precisa o posible o adecuada parcialidad de la objetividad, por supuesto, que no significa que no lo sea, sino que conoce la parte o proporción que le corresponde o que puede conocer.

La ciencia sólo es... lo que es, no es una panacea ni exclusividad de nada en tanto que no va a ser referente de nada, no va a establecer o determinar, obligar al Universo a que siga unas instrucciones o que siga por otro sitio: únicamente guía el ser humano a algunos elementos de su contexto social -provocándolo eso: una intencionalidad por un apoyo voluntarioso que incide, como hecho, en el contexto físico en el cual se realiza-.

En otro aspecto, asimismo, el ser humano es socialmente "consecutivo" también de una justificación, estableciendo justo si ha sido un proceder adecuado o no para beneficiar lo social; de manera que será coherente en virtud de que siga o no – por su consecución- una ética común, por ejemplo: el no matar, esta regla de sujeción social, convenida ya para todos como algo útil, como eslabón o requisito que consigue algo.

Está claro, las reglas cívicas son aquéllas que se constituyen para que todo gire en torno a una sola armonía o a un equilibrio social, o sea, para que funcione... un civismo; bien, lo que también ocurre es que, eso precisamente, a algunos les importa un pimiento beneficiándose al mismo tiempo de reglas cívicas aplicando ellos reglas incívicas, engañando por tanto al resto de la sociedad, y empiezan luego por su lado a justificarlo como si nada -a pleno capricho- con un insoslayable apoyo de ligereza o de alineación mediática: aprueban la pena de muerte, la guerra como prevención, los fusilamientos, el consentir que muchos mueran de hambre, etc.
Es decir, justifican lo injustificable y, entre tanta irresponsabilidad, sencillamente... porque es lo más fácil ante un esfuerzo cívico.

Desde ahí tal autojustificación personal o grupal va buscando sus recovecos o escondites o suspicacias o licencias de oportunismo circunstancial:
Unos desperdician la comida con la justificación de que ven a otros que también lo hacen; otros dan sus votos para la pena de muerte porque ven -en visión de autojustificación, o en su ética estrictamente interesada- que es válido o útil para una supuesta seguridad; otros justifican el maltrato a animales porque ven que bastantes también lo hacen y, además, les causa divertimiento o placer de espectáculo; y ya otros se deciden por la guerra inevitable pero -ah- primero personalmente ellos no la evitan y, al instante, se dejan comprar o imbuir por esa justificación porque prevalezca siempre el decidirla, tal voluntad.

Incluso los hay que justifican una irresponsabilidad a la “falta de medios” -porque recurrir a eso es facilísimo-, pues toda institución social tiene realmente “falta de medios” ante un ideal -por tantísimas necesidades- que se aspira desear. Pero un médico -o cualquiera- debe asumir con los medios que le han dado sus prioritarias responsabilidades y, si no las asume, pues debe renunciar a actuar así -que nadie le obliga por la fuerza-.
Lo que no se puede hacer es que un señor X atropelle a alguien y lo justifique diciendo que a su coche -del cual se niega reparar o cambiar o prescindir- le faltaban “medios de frenado”, ¡pues que renuncie primero a conducir con tal coche!, es... una irresponsabilidad.

No es de extrañar todos estos hechos, porque ya sucede a diario que, en los medios de comunicación, salen y salen y salen "incalificables" a toda marcha justificándolo todo con la demagogia del “somos buenos” pero, al mismo tiempo, con miles de consentimientos y de irresponsabilidades, del “somos buenos” pero, en masa, haciendo juicios penales en paralelo, del “somos buenos” pero, en masa, ayudando a represalias sobre el que sólo opina diferente, del “somos buenos” pero, en masa, usando más y más y más los procedimientos que contaminan a la naturaleza, del “somos buenos” pero, en masa, consumiendo drogas para un buen ejemplo social o, para colmo, para el colmo de los colmos, justificando de una u otra forma el aislamiento de la pobreza más y más y más con el no ir hacia ella (¿cómo resolverla si la aíslas con vallas o no la priorizas en tus derroches egoístas, o cotidianos sólo para ti?).

Por ello, ante una ética lo más humana o lo más común, debe existir -por responsabilidad- la precaución o la atención (una disposición, una coherencia) ética para que, las injusticias, no sucedan. No sean posibles.

Entonces, conforme a esa responsabilidad primordial para lo cívico o para lo justo, a las regiones más vulnerables a los movimientos sísmicos le corresponderá una mejor infraestructura que evite daños personales –nunca, nunca el chabolismo-; y, cuando en un país se utilizan uno o dos millones de migrantes en la construcción sobre una base de población de cuarenta o cincuenta millones, se sabe -absolutamente- que eso es circunstancial, de unos pocos años, por lo tanto se ha de contar con otra fiable reinserción de trabajo, en responsabilidad o en respuesta “de lo que se hace”.

En fin, esto lo digo cuando aún siguen incrementándose los presupuestos o gastos militares, cuando los mercados imponen la desigualdad porque parten la mayoría con excelentes medidas arancelarias, fondos muy bien acumulados a toda costa por sobreexplotación, subvenciones oficiales, ventajas por asociacionismos discriminatorios, usuras “sucias”, especulaciones sobre los productos de extrema necesidad, injerencias de sobreexplotación en países pobres con materias primas baratas o salarios baratos, etc. y apoyándose, además, deslocalizaciones impunes o que a todos “les da igual”, paraísos fiscales protegidos por estados de “malavergüenza”, subvenciones consentidas a patrimonios derivados de las imposiciones de una dictadura, programas televisivos de violencia contra los animales en horario infantil (para que así aprendan), cumbres financieras de elite para que siempre quede marcada una diferencia elitista con respecto a los demás que sólo sobreviven y un Internet -no autorregulado- sobrecargado totalmente de pornografía que, irremediablemente en irresponsabilidad, en eso, salpicará a las caras de miles de niños.

Y, mientras, mientras se hacen tales hechos, se censura también que esto se diga porque represalias, lo que es realmente represalias en desprecio del valor o esfuerzo del decirlo, en juego sucio y en usurpación de dignidad, las tengo yo... a millares.
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