jueves, 3 de julio de 2014

En gente sin muchos prejuicios así es; pero, con prejuicios y fanatismos asentados, el afecto importa un pimiento. Por ejemplo, los judíos frente a los nazis, etc. La intolerancia es ya tanta que, si se aplica afecto, se lo pones más fácil, o sea, más consientes y más fácil -ellos viéndola hasta normal- le permites su atrocidad. A veces, el sátrapa, al ver que nadie le protesta, CREE para colmo que está haciendo el bien -puesto que no advierte quejas o tontos se las callan o aguantan-.

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